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Ramon Espinolas

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POR EL TRILLO DE LA HISTORIA

Andrea Evangelina Rodríguez Perozo
La primera dominicana graduada medico

Este artículo es parte de mi libro “Por el trillo histórico de la medicina dominicana” y lo publico aquí para honrar a nuestra primera mujer graduada como médico un día como hoy 11 de diciembre pero del 1911 hace precisamente 113 años y probablemente ni la prensa resalte este hecho de avance para la mujer dominicana. Así, mujeres de hoy, resalten la grandeza de damas como Andrea Evangelina Rodríguez Perozo, porque muy pocos hombres lo van hacer, en vez de publicar tantas fotos sin sentidos, porque así, no solo honramos a la mujer nuestra, sino que creamos conciencia para evitar el abuso del macho que no merece ser llamado “hombre” Vivan nuestras grandes mujeres y abajo el machismo

Andrea Evangelina Rodríguez Perozo. Nació en San Rafael del Yuma en el extremo Este de la República Dominicana el 10 de noviembre de 1879.

Hija natural, por lo tanto, su estatus social era inexistente. Muy pobre, carente de todo, hija de una campesina analfabeta llamada Felipa Perozo y de un rico comerciante de la región llamado Ramόn Rodríguez quien en los tiempos en que el país luchaba contra Haití por sus fueros propios se desempeñó como oficial de las milicias del general Pedro Santana.

Felipa Perozo trabajaba como empleada doméstica en la casa del comerciante Rodríguez cuando este la embarazo, de cuyo encuentro nació Andrea Evangelina Rodríguez Perozo.
Cuando Andrea Evangelina era apenas una niña sus padres fallecieron y fue Tomasina Suero su abuela paterna la que se hizo cargo de ella para criarla. Tomasina era una mujer de muy buenos sentimientos, piadosa y luchadora. Conocía de los avatares de la vida por haber sido la esposa del famoso general Suero, quien es conocido en la historia dominicana como el Cid Negro.

Doña Elupina de Soto una dama en cuya casa luego trabajo la madre de Andrea Evangelina fue la que uso sus buenos oficios para que antes de morir Ramόn Rodríguez reconociera a la niña.

La sociedad dentro de sus perversidades e intrigas sociales nunca quiso aceptar a Andrea Evangelina ya reconocida con sus dos apellidos y la rechaza.
La niña sale del Seibo y va a vivir con su abuela paterna a la ciudad de San Pedro de Macorís.

Su abuela Tomasina la educa como si fuera su propia hija, inculcándole las costumbres del Sur del país de donde ella era oriunda con una fe cristiana que rayaba en el fanatismo.
Andrea Evangelina poseía una inteligencia fuera de lo común para una niña tan joven, pero a la misma vez demostró un estado de ánimo extraño, era huraña y rara, difícilmente compartía con los demás, vestía mal, no le agradaban las modas de su tiempo, no se peinaba casi, y se veía totalmente desaliñada, pero su apariencia no le preocupaba para nada. Probablemente era su protesta ante una sociedad injusta que la rechazaba por su origen y condición social. Esta forma de ser de ella la mantuvo en el transcurso de toda su vida.

Su abuela la inscribe en la escuela y la niña demuestra ser muy inteligente y aplicada en sus estudios. Todos los maestros se sorprenden al ver que la niña tímida y extraña, que no juega con los otros niños obtiene las mejores calificaciones años tras años. Todos en las escuelas se sorprenden al ver el raciocinio y la inteligencia de este ser humano que a pesar de su edad demuestra un coeficiente de inteligencia nunca visto por sus maestros y cuya capacidad intelectual sobrepasa los límites de su edad.
Con el paso del tiempo Andrea Evangelina se encierra más, no juega con nadie, pero se convierte con el pasar de los meses en un prodigio en todo lo concerniente al estudio y el saber.

Le gusta leer y con la lectura adquiere un verbo florido que a todos los que la escuchan sorprende.

Cuando ingresa al Instituto de señoritas de San Pedro de Macorís se convierte rápidamente en la mejor estudiante del plantel. Su directora Doña Anacaona Moscoso se sorprende de la inteligencia aguda y fuera de lo común de esta joven introverta y extraña.

La profesora Anacaona Moscoso averigua porque, aunque se da cuenta de las rarezas de esta niña, también reconoce que esta frente a un genio en ciernes que a la vez es un genio que la convierte en un ser difícil por el cumulo de problemas emocionales que lleva colgados como el dolor de un Cristo olvidado en su pecho desde su nacimiento.

Con frecuencia su mutismo parece un ente escatológico y por ratos, en muy escasas ocasiones, se convierte en un ser locuaz, que hace historias amenas.

La joven fea, huraña, hermética e inteligente, se niega a compartir fiestas con sus compañeras y no desea tener más amigo que un poeta leproso llamado Rafael Deligne, con quien pasa la mayoría de sus horas libres. El poeta comparte sus poemas y le cuenta su vida a la joven estudiante.

La maestra Anacaona Moscoso, al observar la conducta de Andrea Evangelina hace esfuerzos denodados por ganársela y le extiende sus manos en gesto de afecto y comprensión, así es que al abrirle el corazón y las puertas de su hogar la muchacha huraña cede y decide también entregar su alma a quien en vida seria no solo su maestra sino una gran protectora. A la hora de pasar las pruebas nacionales para graduarse de bachiller, Anacaona Moscoso la envía a la ciudad de Santo Domingo, le paga pasaje y la estadía en una pensión del barrio de San Miguel. La estudiante jamás defrauda a su maestra y obtiene en las pruebas nacionales las más brillantes calificaciones de todos los que se examinaron.

Andrea Evangelina Rodríguez Perozo se gradúa como Maestra Normalista en 1902. Convirtiéndose así en una de las “Miserandas” como le llamo el maestro Hostos a aquellas mujeres que iban a distribuir el pan de la enseñanza por los cuatro puntos cardinales de la amada patria.

Al regresar a San Pedro de Macorís con su título en las manos, trae consigo un excelso pensamiento, que fue el de organizar la escuela nocturna para los pobres de la ciudad, aquellos que no podían asistir a clases de día porque las obligaciones de la vida se lo impiden y basado en su principio de ayudar al necesitado abre una escuela para los obreros.

También cumple con la directora del Instituto de Señoritas, Anacaona Moscoso, su mentora y se convierte en maestra de dicha institución.
Pero Andrea Evangelina tiene en su mente una idea fija que no se la manifiesta a nadie, y es la de desafiar los estamentos del machismo nacional que no permiten que una mujer estudie una profesión más allá de la de simple maestra.
Andrea Evangelina quiere ser médico. La Escuela de Medicina es un lugar inapropiado para la mujer de la época, porque según el machismo existente, para ser medico hay que ser hombre, a lo más que puede aspirar una mujer es a ser enfermera o comadrona, jamás médico.

Andrea Evangelina decide desafiar el estamento social de la época.
Debemos de reconocer que ese problema de injusticia sexista no solo existían en la Republica Dominicana, era un asunto generalizado en el mundo.
Evangelina todos los días cura las llagas del poeta Deligne el gran amigo y consejero de su vida sin sentir nada de asco ni cobrar un solo centavo. En un momento de amena conversación entre ambos se decide preguntarle a este sabio del país, si ella debe de estudiar medicina, el poeta nacional Rafael Deligne no solo le dice que si, sino que le promete toda su ayuda intelectual y económica, aunque el carecía de dinero.
Cuando Andrea Evangelina va donde su maestra Anacaona a preguntarle lo mismo, la respuesta es la misma del poeta.

En ese momento la joven aspirante a medico se decide a marchar a la capital de la república a desafiar a los hombres que controlan la educación superior.
El día 19 de octubre de 1903 se produce un hecho histórico nacional, se inscribe la primera mujer dominicana en la Escuela de Medicina de la Universidad de Santo Domingo. Hubo mucha oposición, la mayoría de los hombres que tenían influencia en la academia se opusieron, pero la joven dama triunfo.

Desafortunadamente antes de iniciar la carrera, muere el poeta Rafael Deligne, su amigo y consejero y durante el transcurso de sus estudios también fallece su maestra e inspiradora Anacaona Moscoso. Queda prácticamente huérfana de todo.

La nombran directora del Instituto de Señoritas, pero no abandona sus estudios, se gradúa ocho años después, en 1911. Con una tesis innovadora “NIÑOS CON EXCITACIÓN CEREBRAL”. Su calificación, un sobresaliente.

Pública un libro de poemas titulado “Granos de Polen” con la finalidad de obtener un dinerito para irse a Paris a hacer una especialidad, desafortunadamente el libro fue un fracaso económico.

Renuncia a la dirección del Instituto de Señoritas para dedicarse a la práctica de medicina y porque con esa finalidad piensa ahorrar para irse a Francia.
En 1920 tiene algo ahorrado y con la ayuda del que fuera el esposo de su amiga Anacaona, el señor Eladio Sánchez toma el camino de Paris.

Estudia pediatría con Nobecourt, quien está catalogado como uno de los mejores en esa especialidad de todos los tiempos.

Trabaja ginecología en el hospital Broca y obstetricia en la Maternidad Baudelocque. Después de un lustro de estudios en Paris regresa a San Pedro De Macorís, y es prácticamente ignorada. Sus detractores dicen que Andrea Evangelina es “muy inteligente y atrevida, sabe un poco de medicina, pero es una loca”.

Se decide a abrir un consultorio y lo hace en una barriada pobre de la ciudad de San Pedro de Macorís, sigue tan mal vestida como antes, en eso no la cambio Paris, pero su mentalidad es más amplia, en eso si Paris influencio.

Tan pronto llego organizo una campaña interesante que ella denomino “LA GOTA DE LECHE”, esta consistía en suministrarle a las madres una cantidad determinada de este alimento tan importante para él bebe.

También organizó un servicio de obstetricia y ginecología para exámenes prenatales y postnatales, organiza y da cursos a las comadronas dominicanas.
Algo interesante y nunca visto en esos tiempos, aconsejaba a las parejas la planificación familiar, diciéndoles que no se podía tener más hijos de los que se podían mantener y educar.

Daba recomendaciones de cómo se podían evitar los embarazos no deseados entrando así en conflicto con fuertes sectores de la sociedad dominicana. Recomendó la educación sexual en las escuelas, y organizo un sistema de prevención de enfermedades venéreas. Esa actitud también entro en conflicto con sectores muy poderosos de los estamentos sociales. Las represalias no se hicieron esperar, y los sectores poderosos de la sociedad empezaron una campaña de descredito contra esta gran mujer hasta el extremo de sacar un estribillo que sostenía: “Evangelina vino loca de Paris”

Llega Rafael Leónidas Trujillo al poder en 1930 y el país empieza a vivir uno de los periodos más negro de su historia. Aquel que no se subiera en la carroza de la adulación al nuevo amo de los destinos nacionales será perseguido, la tiranía que se instaura en el país con la llegada de este bárbaro al poder no permite ningún tipo de larguras ni libertades de ninguna índole.

Andrea Evangelina no se adhiere a la adulación del momento, por el contrario, arremete contra el tirano donde quiera que se encuentran dos personas reunidas, con esa actitud de viril lucha, los problemas de esta egregia y ejemplar mujer se agravan. Al criticar abiertamente al dictador las gentes empiezan a temerle y pierde su clientela y los que la atacaron cuando llego de Paris diciendo que era una loca una década atrás ahora se unen al nuevo bárbaro en el poder para sostener lo mismo.

Producto de las prédicas hostociana, fue autora de cuentos y poesías dispersos en revistas y periódicos de su época. Publicó el libro “Granos de polen” y dejó inédita la novela “Selisette”, dedicada a la hija que adoptó “a ruegos de una paciente en agonía”.
Aprovechaba Congresos nacionales e internacionales para denunciar atropellos del régimen trujillista. Acosada, golpeada, confinada en la colonia “Pedro Sánchez” en El Seibo, y en la fortaleza “México”, de Macorís, un día al salir de la cárcel fue abandonada en un camino vecinal y comenzó a deambular sufriendo alucinaciones. Murió el 11 de enero de 1947. Esta mujer gloria nacional de la República Dominicana aun yace olvidada bajo la loza fría del desprecio machista en una sociedad ingrata y servil que no da valor a sus grandes seres nacionales.

Queremos terminar estas cuartillas en honor a tan distinguida dama con un pensamiento escrito por un amigo de ella, el Doctor Francisco E. Moscoso Puello, hermano de Anacaona Moscoso la maestra, amiga y protectora de Evangelina cuando sostuvo en su libro “Cartas a Evelina” en su carta número 11, página 82, lo siguiente: “Todas las revoluciones han sido en nombre de la libertad y de las reformas, pero estas no llegan nunca. Es un estribillo. Los dominicanos no tienen absolutamente concepto de estas cosas. Este país no tiene todavía, y algunos afirman que no tendrá nunca, educación cívica suficiente para vivir una vida en libertad y honestidad. Aquí se juega al gobierno. No tenemos ciudadanos”.
Andrea Evangelina fue la primera en todo lo que se propuso. Alma noble y desinteresada.

La primera mujer que estudio medicina en la nación dominicana.
La primera mujer en graduarse de Doctora en Medicina
La primera mujer en crear un programa para ofrecerle leche a los niños y a las mujeres en estado de gravidez.
La primera mujer en darle clases de postparto a las comadronas.
La primera mujer en educar sobre las enfermedades venéreas.
La primera mujer en educar sobre Planificación Familiar.
La primera mujer en trabajar en el estudio y curación de las enfermedades venéreas.
Primera pediatra.
Primera obstetra y ginecóloga
La primera en recomendar educación sexual en las escuelas.
Andrea Evangelina fue la mujer que se adelantó casi un siglo a su época. Nadie la reconoce, nadie la menciona, nadie se acuerda de ella. Que pena, que sociedad tan injusta.

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Fuentes:
Ramon Emilio Espinola. Dominicanas Ejemplares
Antonio Zaglul. Despreciada En La Vida Y Olvidada En La Muerte: Biografía De Evangelina Rodríguez, La Primera Médica Dominicana. Editora Taller, Santo Domingo. 1980

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